sábado, 5 de noviembre de 2011

Triunfo Arciniegas / Visiones


Fotografía de Zena Holloway

Triunfo Arciniegas
VISIONES

Las niñas saltan al pozo y descienden con los ojos abiertos. Sus cabellos verticales. El pozo abierto las recoge y se cierra como una flor nocturna.
Los soldados agonizan de amor en las garitas. El alba, como una serpiente entre la hierba, riega su leche espesa. Una mujer recién bañada extiende las sábanas sin rastros de semen en las cuerdas de la mañana.
En el escaño la gorda duerme el sopor del mediodía. Las pletóricas tetas ondulantes. Una graciosa mosca recorre su nariz. Dormida, saca la lengua de reptil para mojarse el rostro. La mosca vuela al bosque de cabellos sucios, se extravía y atemoriza las comarcas de piojos.
En este lado del mundo el aire azota las puertas y el polvo se anida como una serpiente.
Tercas, las hormigas transportan hacia los túneles las letras de un diccionario infinito. Una bestia sin nombre roe los huesos de las víctimas. Alguien se detiene en la página del día, perplejo, porque ha olvidado para siempre una palabra.
En los dedos del viento, la frágil memoria de mi rostro.
La gorda, en el escaño, sube el arrugado párpado izquierdo, contempla la sudorosa pantorrilla del ciclista, baja el párpado como una pesada cortina, como piedra de sueño. Bosteza. Vaca de ojos muertos. La oscuridad lame y borra su cuerpo.
En el corazón de la noche, alrededor de la hoguera, gritando como locos hasta enronquecer, los hombres desnudos se chamuscan el miembro.
Las niñas abren su flor en el pozo de la noche.
Ladrones y amantes se desatan.
Como animal herido, la noche se revuelca. Vomita sus delirios, tiende las trampas y nos deja tirados en el alba.
Las niñas duermen con las manos entre los muslos.


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