lunes, 31 de diciembre de 2012

Casa de citas / Pascal / Dios

Embry, 1934
Fotografía de Ruth Bernhard
Blaise Pascal
Dios


Prefiero equivocarme creyendo en un Dios que no existe, que equivocarme no creyendo en un Dios que existe. Porque si después no hay nada, evidentemente nunca lo sabré, cuando me hunda en la nada eterna; pero si hay algo, si hay Alguien, tendré que dar cuenta de mi actitud de rechazo.


domingo, 30 de diciembre de 2012

sábado, 29 de diciembre de 2012

Casa de citas / Sábato / Dios

Enigma, 1970
Fotografía de Ruth Bernhard

Ernesto Sábato
DIOS

Dios existe, pero a veces duerme: sus pesadillas son nuestra existencia. 



jueves, 27 de diciembre de 2012

Ruth Bernhard / Casa de citas / La magia de la luz

En la caja, 1962
Foto de Ruth Bernhard
Ruth Bernhard
LA MAGIA DE LA LUZ


1

Mi búsqueda, a través de la magia de la luz y la sombra, es aislar, simplificar y dar énfasis a la forma con la mayor claridad. Mi objetivo es indicar la proporción ideal y revelar la masa escultural y el espíritu dominante. 


2

Si he elegido la forma femenina en particular es porque la belleza ha sido degradada y explotada en nuestro sensual siglo XX. La mujer ha sido objeto de muchas cosas sórdidas y baratas, sobre todo en la fotografía. Mi misión ha sido elevar y fomentar la imagen de la mujer con una reverencia atemporal.


3

La luz es la inspiración, la pintura y el pincel.

4

Si no estás dispuesto a ver más allá de lo visible, no verás nada.

5

Hoy es el día.


miércoles, 26 de diciembre de 2012

Casa de citas / Ruth Bernhard / Sobre la fotografía

Perspective II
photo by Ruth Bernhard, 1967
Perspective II, 1967
Fotografía de Ruth Bernhard
Ruth Bernhard
SOBRE LA FOTOGRAFÍA

1


Si la vida no te interesa, entonces la fotografía no tiene sentido.


2

Nunca me he preguntado como hacerlas, simplemente sucede. Las fotografías se hacen a sí mismas con mi ayuda.

3

“Para mí, el placer de la fotografía está en el placer de ver, en la experiencia de una apertura más intuitiva, del ojo paciente y contemplativo del mundo. Se trata de fluir en una extraña relación sinérgica entre receptividad, calma y curiosidad…

4

…es a la vez una disciplina espiritual y una entrega hedonista para los sentidos. Se trata de rendir homenaje al objeto percibido en sí mismo, y al proceso de la percepción que permite deleitarse en los placeres visuales de la forma, línea, textura, luz y sombra.

5

Para mí, la creación de una fotografía se experimenta como una respuesta emocional mayor, más parecida a la poesía y a la música. Codo imagen es la culminación de un impulso irresistible, no puedo negarlo. Ya sea trabajando con una figura humana o una naturaleza muerta, soy profundamente consciente de mi conexión espiritual con ellos. En mi vida, como en mi trabajo, estoy motivada por un gran anhelo en pos del equilibrio y la armonía, más allá del ámbito de la experiencia humana, buscando la esencia de la unidad con el Universo.





martes, 25 de diciembre de 2012

Casa de citas / Ruth Bernhard / La vida

Crossover
photo by Ruth Bernhard, 1969
Crossover, 1969
Fotografía de Ruth Bernhard
Ruth Bernhard
LA VIDA

Dejé que la vida me hiciese regalos. Y todo ocurrió más o menos como se suponía que debía ocurrir. No busqué nada. Se diría que todo me buscó a mí.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Casa de citas / Triunfo Arciniegas / Silvia Tomasa Rivera




Triunfo Arciniegas
SILVIA TOMASA RIVERA

Es uno de mis últimos descubrimientos, Silvia Tomasa Rivera, una poeta mexicana extraordinaria. Jarocha, para más señas. Desde que encontré en el ciberespacio  Los pechos de Magally, me he dedicado a buscar su obra, el cuerpo entero. Subí este poema a De otros mundos el 19 de diciembre, como parte del novenario poético de 2011, con una foto bastante atrevida, y las visitas se dispararon, más por la foto que por el mismo poema. Es una mujer de pechos grandes y de mirada impávida, delgada y pecosa: su expresión minimiza el impacto de su desnudez. Aunque no es una foto escandalosa, pensé en cambiarla. Ahora siempre que pienso en el poema, evoco a esta mujer. He decidido conservar la foto, un gancho para que más de uno caiga en la tentación de la poesía.

“Yo quisiera leer los pechos de Magaly / y encontrar a Dios entre sus piernas”, así remata el magnífico poema. Y El olor a madera dice, para empezar: “El olor a madera viene de tus piernas, / allí comienza el bosque”. Con estos cuatro versos bastaría para uno volverse loco por encontrar la obra de Silvia Tomasa.

Erótica, salvaje, irreverente, amorosa, un profundo homenaje a la mujer, así es la poesía de Silvia Tomasa Rivera. Escrita desde las entrañas, con las mismas entrañas. Cuando terminaba Como las uvas, la poeta le confiesa a una amiga: "Me está llevando la fregada, no vuelvo a escribir otro libro. Siento que me hundo en un pozo profundo de desdicha". Pero no renuncia. Sería como renunciar a la vida. Y más adelante, con Tránsito lunar, vuelve a caer en la angustia. No se visita el infierno impunemente, no se regresa de la parte oscura con las plumas intactas.

Subí su biografía hace apenas dos días, completando la cuota anual de cincuenta. En el texto sobre su hermano muerto, Un acto de violencia, los lectores encontrarán más datos.

En este momento tengo un par de amigos buscando sus libros en México. Pequeñas ediciones, verdaderas joyas. Con Silvia Tomasa se cumple, además, la cuota de los cincuenta biografías anuales. Por ahora, los lectores encontrarán catorce enlaces, todo un manjar navideño. Me reservo unos cuantos poemas para el próximo año.

http://eltriunfodearciniegas.blogspot.com/2012/12/silvia-tomasa-rivera.html

24 de diciembre de 2012



domingo, 23 de diciembre de 2012

Casa de citas / Raymond Chandler / El simple arte de escribir



Raymond Chandler
EL SIMPLE ARTE DE ESCRIBIR

Ganar delicadeza sin perder fuerza, ése es el problema.
Cuando más dura la ironía, menos enérgico tendrá que ser el modo en que se lo diga.
La historia y la crítica literarias están tan llenas de jactancia y deshonestidad como la historia en general.
Una gran proporción de la literatura que ha sobrevivido ha tenido que ver con distintas formas de muerte violenta.
La frase con alambre de púas, la palabra laboriosamente rara, la afectación intelectual del estilo, son todos trucos divertidos, pero inútiles.
Por superficiales y accidentadas que sean la mayoría de las amistades, la vida es un asunto bastante sombrío sin ellas.
Soy estrictamente del tipo de los que se quedan al fondo, y mi carácter es una mezcla no llevadera de indiferencia exterior y arrogancia interior.
Una vez le escribí, en un estado de ánimo sarcástico, que las técnicas de ficción se habían estandarizado tanto que uno de estos días una máquina escribiría novelas.
Uno puede preferir un barrio de vida libre y fácil donde rompan las botellas vacías en la acera los sábados por la noche. Pero en la práctica no es muy cómodo.
La parte más difícil de su técnica era la capacidad de crear situaciones que estaban en el límite de lo inverosímil, pero que en la lectura parecían lo bastante reales.
Pienso que algunos escritores se sienten obligados a escribir en frases rebuscadas como compensación por una carencia de alguna clase de emoción animal natural.
Nuestro autor radial vino una vez a verme aquí y se sentó frente a esta ventana y lloró de lo hermosa que encontraba la vista. Pero nosotros vivimos aquí, y al diablo con la vista.
Me gusta la gente con modales, algo de intuición social, una educación ligeramente por encima del Readers Digest, gente cuyo orgullo de vivir no se exprese en sus aparatos de cocina o sus automóviles.
Tengo una historia en mente que espero escribir antes de morirme. No tendrá casi nada de dureza en la superficie. pero la actitud de mandarlo todo al infierno, que en mí no es una pose, probablemente aparecerá de todos modos.
¿Qué hago en mi vida cotidiana? Escribo cuando puedo y no escribo cuando no puedo; siempre por la mañana o en la primera parte del día. De noche, uno tiene ideas muy brillantes, pero no se sostienen. Esto lo descubrí hace mucho.
Odio la publicidad, sinceramente. He pasado por la piedra de molino de las entrevistas y las considero una pérdida de tiempo. El tipo que encuentro en esas entrevistas haciéndose pasar por mí suele ser un engreído al que no me gustaría conocer.
Creo que escribiré una novela policíaca a la inglesa, sobre el portero Jones y dos hermanas ancianas en esa cabaña de techo a dos aguas, algo que tenga latín y música y muebles de época y un caballero auténtico; uno de esos libros en los que todos salen a dar largas caminatas.
La mortal repetición de palabras favoritas hasta que a uno le hacen gritar de impaciencia. Y las palabras favoritas son siempre pequeñas palabritas a medias arcaicas como jejuney umbrage y vouchsafe, ninguna de las cuales la persona de educación media podría siquiera definir correctamente.
Los norteamericanos, al tener la civilización más compleja que haya visto el mundo, siguen queriendo verse como un pueblo simple. En otras palabras, les gusta pensar que el artista de cómics es mejor dibujante que Leonardo, sólo porque es un artista de cómics, y el cómic está dirigido a la gente simple.
Es horrible admirar el libro de un hombre y después conocerlo, y destruir todo el placer que causó su obra con unas pocas posturas egocéntricas, de modo que no sólo a uno le disgusta su personalidad, sino que nunca puede volver a leer nada de él con una mente abierta. Su pequeño ego malo siempre está espiándolo a uno detrás de las palabras.
La mayoría de los escritores son gente tan fea que sus caras destruyen un sentimiento que quizá podría haberles sido favorables. Quizá soy demasiado sensible, pero varias veces me he sentido tan repugnado por esas caras que no he podido leer los libros sin que la cara se interpusiera. Especialmente esas caras de mujeres maduras gordas con ojos de cuervo.
Otros escritores están haciendo cosas todo el tiempo (charlas en ferias del libro, giras de firmas de autógrafos, conferencias, difusión de sus personalidades en tontas entrevistas) que, no puedo evitar pensarlo, los hacen parecer un poco baratos. Para ellos es parte del oficio, para mí, es lo que lo vuelve un oficio.
Cada cosa que uno alcanza elimina un motivo para querer alcanzar algo más. ¿Quiero ser un gran escritor? ¿Quiero ganar el premio Nobel? No si es demasiado trabajo. Qué diablos, les dan el premio Nobel a demasiados mediocres para que me interese. Además, tendría que ir a Suecia y ponerme un frac y pronunciar un discurso. ¿El premio Nobel vale todo eso? Diablos, no.
¿Por qué diablos esos idiotas editores no dejan de poner fotos de escritores en sus sobrecubiertas? Compré un libro perfectamente bueno... estaba dispuesto a que me gustara, había leído sobre él y entonces le echo una mirada a la foto del tipo y es obviamente un completo imbécil, una basura realmente abrumadora (fotogénicamente hablando) y no puedo leer el maldito libro.
Un personaje en primera persona tiene la desventaja de que debe ser mejor persona para el lector que lo es para sí mismo. Demasiados personajes en primera persona dan una impresión ofensivamente engreída. Eso está mal. Para evitarlo, no siempre deben darle a él la réplica de impacto o la réplica final. Ni siquiera con frecuencia. Que otros personajes se lleven los aplausos. Que él se quede sin chistes, en la medida de lo posible.
Mi experiencia en ayudar a la gente a escribir ha sido limitada pero en extremo intensiva. Lo he hecho todo, desde dar dinero a futuros escritores para que vivan, hasta darles argumentos y reescribir sus textos, y hasta el momento no ha servido para nada. La gente que Dios o la naturaleza quiso que fueran escritores encuentran sus propias respuestas, y los que tienen que preguntar es imposible ayudarlos. Son simplemente gente que quiere ser escritora.
Declarando audazmente que harían a un lado todo optimismo ficticio, eligen automáticamente el aspecto oscuro de las cosas para no correr riesgos; como resultado, lo desagradable se asocia en sus mentes con la verdad, y si quieren producir un retrato sin defectos de un hombre, todo lo que tienen que hacer es pintar sus debilidades y después, aunque no sea más que para propiciar el instinto de bondad remanente por descuido en sus corazones, explicar que sus defectos son la consecuencia inevitable de un plan de vida equivocado.
La verdad en el arte, como en otras cosas, no debería buscarse mediante ese proceso de agotamiento alentado tan fatalmente en nuestro tiempo por los pedantes de la ciencia, y por la falacia de que se lo descubrirá considerando todas las posibilidades: un método que reniega de la intuición y de todos los mejores instintos del alma para recibir a cambio un puñado de teorías que, comparadas con las formas infinitas de la verdad inmortal conocida por los dioses, son como un puñado de guijarros respecto de mil kilómetros de playa cubierta de guijarros.
No puede planearse una buena historia; tiene que destilarse. A largo plazo, por poco que uno hable sobre el tema, lo más durable en lo que se escribe es el estilo, y el estilo es la más valiosa inversión que puede hacer un escritor con su tiempo. Las ventas se demoran, el agente se burla, el editor no entiende, y se necesitará gente de la que uno nunca ha oído para convencerlos poco a poco de que el escritor que pone su marca individual en lo que escribe siempre dará ganancia. No basta sólo con intentarlo, porque la clase de estilo en la que estoy pensando es una proyección de la personalidad y es preciso tener una personalidad antes de poder proyectarla. Pero si uno la tiene, sólo puede proyectarla en el papel pensando en otra cosa. Esto es irónico en cierto modo. Es el motivo, supongo, por el que en una generación de escritores "hechos". Sigo diciendo que no se puede hacer un escritor. La preocupación por el estilo no lo producirá. Ninguna cantidad de corrección y pulido tendrá ningún efecto apreciable sobre el sabor de lo que un hombre escriba. Es un producto de la cualidad de su emoción y percepción; es la capacidad de transferirlos al papel lo que hace de él un escritor, en contraste con la gran cantidad de gente que tiene emociones igualmente buenas y percepciones igualmente agudas, pero no lleva mi un millón de kilómetros de ponerlas sobre el papel. Conozco a varios escritores hechos. Hollywood, por supuesto, está lleno de ellos; sus libros a menudo tienen un impacto inmediato de habilidad y sofisticación, pero por debajo están huecos, y uno nunca vuelve a ellos.

Raymond Chandler.
El simple arte de escribir. Cartas y ensayos escogidos.  
Barcelona, Emecé, 2004. 326 páginas.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Casa de citas / Benito Taibo / Escenita del fin del mundo


Benito Taibo
ESCENITA DEL FIN DEL MUNDO

No les alcanzó el dinero para ir a Chichén Itzá; en Teotihuacán ya no había un sólo lugar disponible, y en Copilco ni siquiera hay donde quedarse cerca. 
Decidieron que Tepoztlán era un lugar lo suficientemente bueno para recibir, juntos, el fin del mundo. Rentaron una casita a los pies de la mágica montaña y a las once y media de la noche del 20 del diciembre, abrieron una botella de sidra de Huejotzingo. Encendieron un braserito con copal y se vistieron de blanco. Encendieron el Ipod y comenzó a sonar Vivaldi, suavemente. Se tomaron de las manos.
Él: -Mi amor. Creo que ha llegado el momento de las confesiones. En menos de media hora se acaba el mundo.
Ella: -Tienes razón. Empiezo. Me gusta Arjona.
Él: ¡No mames! Perdón, perdón... No es tan grave, gorda. Pero ¡chale! ¿Arjona? No me lo esperaba...
Ella: ¿Qué tiene de malo? Sí lo oyes bien te vas a dar cuenta que es un poeta.
Él: No lo voy a discutir, a escasos minutos del apocalipsis. Cada quien sus gustos. Me toca. He leído a escondidas a Paulo Coelho. Mmmmmm. Todos sus libros.
Ella: ¡Ya ves! Eso sí está cabrón. Con tanto que lo criticabas en público. ¿Dónde los escondiste?
Él: Arriba, en el cuartito, atrás de la vieja lavadora de tu madre.
Ella: ¿Junto a tus revistas porno? No los vi.
Él: ¿Me estás espiando? ¿No me tienes confianza?
Ella: Fue de casualidad. Las hallé mientras buscaba mi álbum de la prepa.
Él: ¿Ese donde sales en las piernas del ojete de barba enseñando los calzones?
Ella: ¡Era mi novio y no era ojete! ¡Y nunca leyó a Coehlo a escondidas! ¡Y no se me veían los calzones!
Abren las segunda botella de sidra. La conversación sube de tono. Están a escasos minutos del fin del mundo.
Ella: ¿Tú tienes mi álbum de la prepa? 
Él: Lo tiré a la basura. Pinche zorrita.
Ella: Debe estar junto a todas tus revistas. Cabrón.
Se comienzan a gritar cada vez más fuerte. Ella le tira la botella vacía y no le da por milímetros. Él hace ademán de levantarle la mano. Ella se echa a llorar sobre la cama.
En la iglesia suenan las doce campanadas. Las últimas campanadas del mundo.
Y no pasa nada...
Bueno, sí pasa. Salen de la casita y cada quién se va para el lado contrario de la calle.
Al fin y al cabo se cumplió la profecía. Y por lo menos a esos dos, se les acabó el mundo.
Menos mal.