lunes, 30 de septiembre de 2013

Casa de citas / Alvaro Mutis / Ilona y Maqroll


Noche de fiesta
Consuelo Restrepo
Álvaro Mutis
ILONA Y MAQROLL

En cambio, la relación con Maqroll significaba para Ilona un perpetuo reto y una continua sorpresa. Nunca había conseguido asir, así fuera por un instante, alguien por quien sentía evidente atracción y cuyo enigma superaba la eficaz y apretada red de su inteligencia premonitoria y hechicera. Con Maqroll todo quedaba pendiente y nada se cumplía a cabalidad.


Álvaro Mutis
Abdul Bashur, soñador de navíos
Editorial Norma, Bogotá, 1991, p. 122


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Biografía de Álvaro Mutis


domingo, 29 de septiembre de 2013

Casa de citas / Alvaro Mutis / Macqroll y las mujeres

Ilustración de Noami Baker

Álvaro Mutis
MACQROLL Y LAS MUJERES

No conseguía Macqroll recordar ni siquiera el nombre de alguna de esas fugaces compañeras de una noche. Las reconocía, a veces, por el olor de la piel o por las historias, siempre las mismas, con las que llenaban los intervalos entre cada episodio amoroso.


Álvaro Mutis
Un bel morir
La Oveja Negra, Bogotá, 1989, p. 14


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Biografía de Álvaro Mutis


sábado, 28 de septiembre de 2013

Casa de citas / Alvaro Mutis / Las mujeres y la dinamita

Ilustración de Marcio Takara
Álvaro Mutis
LAS MUJERES Y LA DINAMITA

Cuida la dinamita, muchacho. Es como las mujeres, nunca sabes por qué ni cuándo van a estallar.

Álvaro Mutis
Un bel morir
La Oveja Negra, Bogotá, 1989, p. 99


Lea, además
Biografía de Álvaro Mutis


viernes, 27 de septiembre de 2013

Casa de citas / Alvaro Mutis / Morir



Álvaro Mutis
MORIR

Morir es un pacto que hacemos con nosotros mismos. Lo importante es saber cuándo y cómo se cumple y estar seguros de que se trata de un viaje sin regreso.


Álvaro Mutis
Tríptico de mar y tierra
Editorial Norma, Bogotá, 1998, p. 29


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Biografía de Álvaro Mutis


jueves, 26 de septiembre de 2013

Casa de citas / Alvaro Mutis / La escasa dicha


Álvaro Mutis
LA ESCASA DICHA

Cuando perdemos a alguien así, sabemos que una ración más de la escasa dicha que nos es concedida se ha ido para siempre.


Álvaro Mutis
Ilona llega con la lluvia
La Oveja Negra, Bogotá, 1987, p. 26


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Biografía de Álvaro Mutis


miércoles, 25 de septiembre de 2013

Casa de citas / Alvaro Mutis / La verdadera tragedia de envejecer



Álvaro Mutis
LA VERDADERA TRAGEDIA 
DE ENVEJECER


Pensó que la verdadera tragedia de envejecer consiste en que allá, dentro de nosotros, sigue un eterno muchacho que no registra el paso del tiempo.


Álvaro Mutis
Un bel morir
La Oveja Negra, Bogotá, 1989, p. 101


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Biografía de Álvaro Mutis


martes, 24 de septiembre de 2013

Casa de citas / Alvaro Mutis / La breve dicha sobre la tierra

Álvaro Mutis
Playa de Biarritz, 1995
Foto de Daniel Mordzinski
Álvaro Mutis
LA BREVE DICHA SOBRE LA TIERRA

Y, sin embargo,
allí estaba la clave
de tu breve dicha sobre la tierra.

Álvaro Mutis / Canción del este

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Biografía de Álvaro Mutis



lunes, 23 de septiembre de 2013

Casa de citas / James Salter / Las preocupaciones



James Salter
LAS PREOCUPACIONES


En la juventud da la sensación de que las preocupaciones de uno son las mismas que las de todo el mundo. Más adelante queda claro que no es así. En la última etapa vuelven a coincidir. Al final todos somos pobres. Las frases del guión ya se han pronunciado. El escenario queda vacío y desnudo.


James Salter
Quemar los días





domingo, 22 de septiembre de 2013

Casa de citas / Karen Lo / Tetas



Karen Lo
TETAS

Pechos me parece una palabra horrible, al igual que lolas. Tetas es hermosa porque golpea dos veces. Se frena y vuelve a empezar, hace el recorrido en microsegundos y la lengua rebota en el paladar. Te -Tas.


viernes, 20 de septiembre de 2013

Diario / Ballerinas Mariposa




Triunfo Arciniegas
Ballerinas Mariposa
20 de septiembre de 2013

Las ballerinas mariposa, la última línea de Trespies, no sólo son zapatos para bailar, como bien indica su nombre, sino para volar. No hay mariposa sin vuelo. 

Con un diseño simple y bello, muy confortable, las ballerinas mariposa son zapatos para todo momento, para la calle y los salones, sencillos pero elegantes, elegantes pero nada ostentosos.

Alejandra Arciniegas continúa, con tezón y fantasía, el trabajo del cuero: además de zapatos, elabora en su taller bolsos, morrales y correas. Los días apenas le alcanzan para concretar las ideas que llegan como caballos desbocados. Trespies es su marca, su manera de ser, su presencia en el mundo.



jueves, 19 de septiembre de 2013

Diario / María Luisa Bombal

María Luisa Bombal

Triunfo Arciniegas
María Luisa Bombal
19 de septiembre de 2013

María Luisa Bombal todavía es un secreto, una escritora marginal, como Felisberto Hernández o Julio Garmendia. En Chile, su país, le negaron el Premio Nacional. Escribió un par de novelas, La amortajada y La última niebla, y unos pocos cuentos, antes de los veintiocho años, y se silenció hasta su muerte, a los setenta años.

No sabía escoger a sus hombres. Primero se enamoró de un aviador que no le correspondió, un tal Eulogio Sánchez. Atormentada, se pegó un tiro con el revólver del mismo Eulogio. Pero su puntería era tan mala como los mismos hombres que escogía. Le quedó una cicatriz en el cuello. Luego lo pensó mejor: con otro revolver le pegó tres tiros al mismo Elogio. Desgraciadamente no lo mató. “Me arruinó la vida pero nunca lo pude olvidar”, dijo María Luisa Bombal. Luego se casó con el pintor homosexual Jorge Larco. Neruda y Borges, tan sabios como para no pretender su amor, la contaban entre sus afectos.

“El árbol” sin duda es el mejor cuento de María Luisa Bombal. Resplandece en cualquier antología. Una obra maestra.






miércoles, 18 de septiembre de 2013

Diario / Mujeres



Triunfo Arciniegas
Mujeres
18 de septiembre de 2013


Tengo sueños muy dulces con mujeres que no me hicieron feliz. Que nunca quiero volver a ver. Vivimos como perros y gatos y, sin embargo, en los sueños todo es tan nuevo, tan hermoso y lleno de promesas. Parece que acabara de llegar de un largo viaje y, al mismo tiempo, que ya no habrá más viajes. Al despertar, envidio a ese hombre tan amado.


martes, 17 de septiembre de 2013

Casa de citas / Joyce / Lobo y cordero




James Joyce

LOBO Y CORDERO


La gente podía aguantar que les mordiera un lobo pero lo que verdaderamente les reventaba era que les mordiera un cordero.


James Joyce, Ulises



lunes, 16 de septiembre de 2013

Casa de citas / Joyce / Las grandes mentes


Joyce en París

James Joyce
LAS GRANDES MENTES

-Como dijo el poeta: Las grandes mentes se acercan mucho a la locura -dijo el señor Fogarty.

James Joyce
Dublineses
Editorial Lumen, Barcelona, 1976, p. 175




"As the poet says: Great minds are very near to madness," said Mr. Fogarty.

James Joyce, "Grace", Dubliners.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Casa de citas / Joyce / Joyce encuentra a Nora Barnacle

Nora Barnacle



Manuel Vicent

JAMES JOYCE SE ENCUENTRA 
CON NORA BARNACLE


Un día, el 16 de junio de 1904, James Joyce se cruzó con una chica parada ante un escaparate de la calle Nassau. La requebró. Ella le devolvió una sonrisa y ése fue el sello que a partir de entonces unió sus vidas hasta la muerte. Nora Barnacle era una muchacha pelirroja de Galvay, que trabajaba de camarera en el hotel Finn’s, pegado al Trinity College. Desinhibida, analfabeta, realista, alegre y decidida a todo, la chica enseñó a aquel joven reprimido a liberarse de la moral católica. Para empezar le rompió la barrera del sexo. Una tarde de domingo, la pareja paseaba por los muelles del puerto de Dublín y al llegar la oscuridad, sentados en la escalera de un callejón solitario, ella le hizo probar con cierta pericia las delicias de la masturbación, un acto que en la mente morbosa de Joyce desencadenó una tormenta de culpa y celos retrospectivos, un lastre acarreado por su formación jesuítica.



Manuel Vicent
Póquer de ases
Alfaguara, Madrid, 2009, págs. 76 y 77

sábado, 14 de septiembre de 2013

Casa de citas / Joyce / Lucia Joyce

Lucia Joyce
París, 1929
Enrique Sánchez Hernani

 Lucía Joyce


La paternidad de James Joyce, mucho antes de que fuese tenido como un genio, estuvo severamente afectada no solo por la pobreza y su afición por la bebida. En 1907, en un hospital para mendigos en Trieste, Italia, había nacido su hija Lucía, enfermiza y con un grave estrabismo. Ya una jovencita, en París, quiso dedicarse a la danza estudiando con el hermano de Isadora Duncan, Raymond, pero Joyce se lo prohibió. Intentó con el ballet pero no pudo.

Cuando tras publicar el “Ulises”, la casa de los Joyce se convirtió en hospedaje de todo tipo de bohemios, Lucía se enredó consecutivamente con tres hombres que la rechazaron. Uno fue Samuel Beckett. Su autoestima empeoró, quiso corregir su estrabismo pero la cirugía no dio resultado. En el cumpleaños 50 del escritor, Lucía hizo crisis y le arrojó una silla a su madre. Tenía 25 años. Desde entonces no pararía de ingresar a los hospitales. El diagnóstico: maníaco-depresiva para unos, depresiva para otros y algunos creían que solo era neurótica.

Hasta su muerte, a los 75 años, Lucía vivió en medio de internamientos prolongados. Las veces que visitaba la casa, esta se convertía en un lugar insoportable. La madre y su hermano la aborrecían. Pero James Joyce terminó tolerándola con resignación paternal. Sus amigos aseguran que este tecleaba su novela “Finnegans Wake” mientras ella, en silencio, revoloteaba por el cuarto bailando. Algo de amor había en Joyce que le impidió rechazarla.


ENRIQUE SÁNCHEZ HERNANI 
Padres de la literatura: las duras experiencias de los escritores famosos como padres e hijos El Comercio, 20 de junio de 2010.



Lea, además
BIOGRAFÍA DE LUCIA JOYCE
BIOGRAFÍA DE JAMES JOYCE




viernes, 13 de septiembre de 2013

Casa de citas / Carmen Laforet / Nada



Carmen Laforet
EL FINAL DE LA HISTORIA

"Si aquella noche -pensaba yo- se hubiera acabado el mundo o se hubiera muerto uno de ellos, su historia hubiera quedado completamente cerrada y bella como un círculo." Así suele suceder en las novelas, en las películas, pero no en la vida… Me estaba dando cuenta yo, por primera vez, de que todo sigue, se hace gris, se arruina viviendo. De que no hay final en nuestra historia hasta que llega la muerte y el cuerpo se deshace…


Carmen Laforet, Nada






jueves, 12 de septiembre de 2013

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Casa de citas / Auden / Poética


W. H. Auden
POÉTICA
Versión de Triunfo Arciniegas

Ante los ojos de los demás, un hombre es un poeta si ha escrito un buen poema. Pero ante sus propios ojos, el hombre es poeta en el momento que hizo la última revisión de un nuevo poema. En el momento anterior apenas era un poeta en potencia, y en el siguiente, un hombre que dejó de escribir poesía, tal vez para siempre.



martes, 10 de septiembre de 2013

lunes, 9 de septiembre de 2013

Diario / El pozo

Autorretrato con pelos
Ilustración de Triunfo Arciniegas

Triunfo Arciniegas
El pozo
5 de septiembre de 2013

Vuelvo a caminar de madrugada. Al fin tengo ganas. Quiero decir, al fin puedo hacerlo, porque el deseo estaba ahí pero no me sentía capaz de concretarlo. Sé que lo necesito. Sé que esos amaneceres son toda una droga. El viento helado, el cuerpo sudoroso, los nuevos pensamientos: es como si la vida volviera a empezar.

Salgo aún de noche, sin documentos, sin dinero, sin celular, apenas con las llaves de la casa y tres piedras para espantar a los perros y, aunque casi no hay nadie, me cubro la cabeza con un gorro o con la capucha de la chaqueta: un borracho que regresa a casa, un vagabundo que duerme frente a una puerta cerrada, la mujer que ofrece el café de las madrugadas, el taxista que busca el primer cliente, los barrenderos que se cuentan los sueños mientras limpian las calles. A veces llevo una bufanda y lentes oscuros. No quiero ver a nadie. No quiero hablar con nadie. Me gusta recorrer las calles sin gente, me gusta caminar mientras los demás todavía duermen. Cuando apenas amanece y se aclara el perfil de las montañas vuelvo a casa, sudoroso, con el temblor de los vampiros.

Estoy volando bajo desde marzo, cuando llegué de Brasil. Rio de Janeiro y São Paulo fueron una total euforia. No era para menos. Estuve en Rio en pleno carnaval y por primea vez me sumergí en el delirio de esta fiesta. No entendí el carnaval en Barranquilla ni en Veracruz, donde apenas fui un espectador. En las calles de Rio vi el gozo. Escribí como loco, tomé fotografías, volé. Y luego, al regresar a Colombia, caí en un pozo oscuro y profundo.

Me asomo para ver a alguien y vuelvo al pozo. Me asomo para conversar con alguien y vuelvo. El pozo es un territorio de absoluta soledad.



domingo, 8 de septiembre de 2013

Cartas / Henry Miller / Carta erótica a Brenda Venus

Brenda Venus

Henry Miller

CARTA ERÓTICA A BRENDA VENUS

7 de agosto de 1976



Queridísima Brenda:
    La idea que me sugeriste es tan audaz que no estoy seguro de ser capaz de hacer lo que me pides. Desde que te he conocido has ocupado perpetuamente mis pensamientos. En mis fantasías he hecho toda clase de cosas contigo. He guardado en mi cabeza la idea de no ofenderte. Al mismo tiempo a través de tus cartas tengo la sensación de no poder atreverme a hacer y decir mucho más de lo que realmente estoy haciendo. Tu mismo cuerpo es una invitación a hacer de todo.
Brenda Venus
     La escena que me viene a la mente se repite con frecuencia. 
Estoy en tu casa mirando tus cuadros. Inmediatamente me ofreces algo de beber. La bebida se nos sube a la cabeza. Vistes una camisa muy fina y transparente. Por encima del ombligo no llevas absolutamente nada. Tus pechos son espléndidos. Tienes el aire de una bailarina. (Como un Degás.) Tus piernas son fuertes y hermosas. 
     De repente me lanzo sobre ti y te arranco la camisa. El pelo negro y copioso de tu sexo me pone de inmediato tenso. Hundo mi mano entre tus muslos y advierto que ya estás húmeda. Pareces muy excitada, dispuesta a hacer lo que sea.
No me sorprende. Te conozco desde hace siglos, quiero decir de anteriores encarnaciones. Hemos sido amantes muchas veces. En ocasiones eras prostituta del templo, en la India, en Egipto y en otros países. Siempre eras una mujer para el placer, pero siempre religiosa. Tu religión era siempre el “sexo”, como los actuales practicantes del Tantra. Enseñas a los jóvenes, hombres y mujeres. Para ti es una cuestión artística. Por eso parece ahora que seas una experta. 
   Sin el menor rubor te acaricias suavemente el coño con la mano derecha. Entonces…con dos dedos de cada mano abrís la hendidura entre tus piernas y me muestras los pequeños labios que tiemblan como un pajarillo. El jugo fluye abundante; tus muslos centellean.  
Brenda Venus
   Sin decir una palabra pones la mano en mi pantalòn y empuñas mi pene (el tronco, si lo prefieres). Tus manos tan fuertes, pero delicadas, juegan con él como si fuese un instrumento musical. Estás sofocada e irresistible. Quiero “jugar” inmediatamente, sobre todo cuando pones tu lengua en mi boca. Después tu boca empieza a lamer suavemente mi sexo. Es difícil permanecer en pie. Afortunadamente está cerca el sofá. Caemos sobre él juntos, boca sobre boca, miembro contra coño. Pero todavía no te he penetrado. ¡Qué caliente estás!. Me llenas de besos. Deseo besarte. Estás entregada. Me agarras el pene y te lo pones entre las piernas. Entra suavemente, lentamente incluso. Tu órgano está deliciosamente formado. Es angosto y profundo. Me retienes como lo haría un dedo. Naturalmente no puedo aguantarme más. Me voy al igual que tú, al mismo tiempo.
   Permanecemos así durante algunos instantes, entrelazados como serpientes. Trato de librarme pero tú no me lo permites. Me sujetas con tu poderosa musculatura. Al cabo de un rato advierto movimientos en tu interior. Poco a poco empiezo a hincharme. Ahora alzas las piernas y las colocas sobre mis hombros. Estás totalmente abierta y mojada. No cesas de acabar. Tus ojos se dirigen hacia el techo. Me pides que continúe, que no me detenga. Me dices (en inglés), “cógeme, Henry, cógeme!. Métemela hasta la empuñadura. ¡Estoy tan caliente!”. Es la primera vez que utilizas ese lenguaje conmigo. Oírte me vuelve loco. “Dios, dame fuerzas, déjame poder”, me digo a mí mismo, “y te besaré eternamente”. No olvides que te estoy contando una fantasía. No entiendo de dónde salen las fuerzas para poder darte tan prolongado placer. 

Eres insaciable. Haces toda suerte de movimientos y, en ocasiones, gestos que resultan absolutamente delirantes y obscenos. Has perdido la cabeza. Eres sexo y nada mas que sexo. Sabiendo que podrías matarme te apartas de mí para que pueda recobrar el aliento. Pero no cesas de acariciarme, especialmente con la lengua. Y tu cuerpo sigue ondulando sobre mí. ¡Me besas como una posesa!. 
    ¿Y después qué? ¿qué posición? Soy yo el que te propone que hagamos el amor como los perros...




Henry Miller
Querida Brenda 
Las cartas de amor de Henry Miller a Brenda Venus
Barcelona, Seix Barral, 1986, pags. 50 -52