martes, 19 de noviembre de 2013

Diario / Hoteles de Hollywood

Las manos de Marilyn Monroe
Chinese Theatre, Hollywood, LA
18 de noviembre de 2013
Fotografía de Triunfo Arciniegas

Triunfo Arciniegas
Hoteles de Hollywood
Los Ángeles, California, 19 de noviembre de 2013

Desde Hace dos días estoy en mi tercer hotel, que es una maravilla, el mejor de todos, en Orchid Avenue, entre Hollywood Blvd y Franklin Ave, detrás del Chinese Theatre, “in the heart of Hollywood”. La habitación es inmensa, con sala de recibo, lámparas, closet, televisor gigante, espejos, teléfono, aire acondicionado. Y un cuarto de cocina con microondas y nevera y platos y tazas y cubiertos y lavaplatos, ¡y comedor! Y otra salita (salita por cariño pero no por tamaño) para el equipaje y la tina y el baño, además de jabones, shampoo, toallas y toallitas y hasta una secadora de cabello. Y plancha y mesa. La cama es para cuatro, así que se requieren tres mujeres con urgencia. Nunca había estado en una habitación de hotel con tanto espacio. Hasta se podría organizar un baile. Además, el desayuno es espectacular. En mi próximo viaje volveré a este hotel. Porque voy a volver pronto. Ya le agarré el tiro.

El primero, The Hollywood Hotel, no estaba nada mal. Muy bien ubicado: 7364 Yucca St. Muy elegante. Con el encanto y la leyenda de sus huéspedes, James Dean y Marilyn Monroe. Me fui porque cuando iba a pagar la tercera noche ya le habían reservado la habitación a otra persona. Además, venía con la intención de probar varios hoteles. Una intención que ya no me tienta tanto porque casi se pierde un día en cada cambio: búsqueda, reserva, traslado. El segundo hotel fue una emergencia: 6700 Boulevard St. Envidiable ubicación: farmacias, tiendas y restaurantes a la mano, y a dos cuadras de Hollywood Boulevard. El recepcionista, un árabe joven y amable, resolvió todas mis inquietudes. La habitación, muy cómoda e independiente, con vista a la calle y doble acceso y una máquina de Coca-Cola a cinco pasos. 

Este tercer hotel ya estaba escrito en mi vida. Lo encontré por internet pero no pude concretar la reserva. Así que vine a pie y resulta que me ganaron por unos minutos: acababa de entregar la última habitación disponible a una pareja. Eso fue hace unos cinco días. Volví el sábado y reservé para el domingo en adelante. Aquí me quedo. Y como dijo el insigne filósofo austriaco Arnold Schwarzenegger, "volveré".

La oferta de hoteles es infinita en Los Angeles y van desde unos cien dólares hasta tres mil o más dólares por noche. No tengo a la mano el dato de cuantos millones de turistas llegan cada año, pero en Hollywood Boulevard es fácil reconocerlos porque van mirando el piso, como si hubieran extraviado una moneda, y casi siempre fotografiando las estrellas. Imagino que cada uno busca los nombres más cercanos a sus sueños y afectos. En Nueva York, concretamente en Times Square, uno reconoce a los turistas porque van con el pescuezo estirado, fascinados por el espectáculo de las luces y los avisos. Así uno reconoce a los recién llegados, porque días después ya se mueven como todos los otros, sin deslumbrarse por los avisos del cielo en Times Square o las estrellas en el piso en el Paseo de la Fama.







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