martes, 10 de diciembre de 2013

Diario / Tacos

Mujer
Lagunilla, Estado de México, 2013
Foto de Triunfo Arciniegas


Triunfo Arciniegas
Tacos
Guadalajara, Jalisco, 9 de diciembre de 2013

Se llama Vicenzo y vende tacos desde hace cuarenta años en la avenida Mariano Otero, cerca la Expo. Vine tres o cuatro veces a saborear sus deliciosos tacos, y todas las veces tuve que hacerle la cacería: no tiene un punto fijo. "Pasen a almorzar", dice. Y ese almuerzo es una merienda que va entre el desayuno y la comida. Pero la comida no es en la noche sino como a las tres de la tarde. El Colombia casi nadie come a esa hora. En México, para resumir el asunto, comen a toda hora. Porque, aparte de las comidas mencionadas, queda la cena, en la noche. Con razón México es uno de los países con más sobrepeso del mundo. Con más gordos. Chaparros y gordos. Aunque en Guadalajara la gente es alta, blanca, muy bonita, y con unos ojos de ensueño que hacen escurrir la baba a los fuereños. Parece otro país.

Pero no quería hablar de las comidas ni de la gente tapatía sino de Vicenzo, que se levanta antes de las seis a preparar los tacos. Él y su mujer terminan la tarea antes de las nueve y entonces el hombre viene con su carreta y se ubica en algún punto de la avenida y, si tiene suerte, a la una de la tarde ya ha vendido todo. A veces su hija le hace de cajera.

Me cuenta que bebió más de veinte años pero que lleva veintitrés sin probar una gota de alcohol. Me cuenta que traía su botella y que pasaba los tacos con tequila. Me cuenta que trabajó en una fábrica y que lo botaron por borracho.

Esta furioso esta mañana. Encabronado. Le acaban de robar cuatrocientos pesos. Un taco vale cinco y una comida corriente, en un restaurante popular, más o menos cuarenta pesos. Un tipo se hizo cerca de la bolsa de las monedas y se largó con ella. "Me chingó", dice, pero en su voz no hay dolor sino coraje. 

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